jueves, enero 04, 2007

Hoy que la mañana me llegó a paso de fantasmas, me vestí con una sombra que no era mía, adiviné encontrarte al principio o al final de la escalera, pero tu ausencia me llegó en otras bocas. La torre de los ahorcados se desplomó, mis viejos castillos caminantes esperaban una sonrisa atrás de los cristales. Iluminé mi ciudad pensando en tus calles de piel, en tu frontera de luz, pero la impaciencia de tu historia me cayó en las manos, en el eco de estas manos que se sorprenden de tu desnudez a la hora de la muerte.

Esto es una carta que se frustró, es el frío de tu soledad a deshoras, es la pequeñez de mi palabra frente a las olasdemarenmano, es tu azul, es la congoja de tu llanto cayendo en los cuerpos blancos que no florecen, esto es la mínima parte de lo que hoy te extraño.

P.d. Tan inmensa eres que el mar te cabe en las manos

2 comentarios:

Unknown dijo...

Esa mujer lo habita todo y es un mundo dentro del tuyo.

Me gustan tus palabras. Aqui dan buena cuenta de la nostalgia y la tristeza.

Un abrazo.

..·: Anita :·.. dijo...

Bellísimas palabras. Bonita manera de demostrar esa tristeza y esa desolación sentida a causa de la ausencia del otro ser. Besotes.-