lunes, julio 30, 2007

Las apagadas danzas


las campanas atrapan
la alharaca ajada
pasan almas largas avasallan
anclas apalabradas al alba
aplastan al alacrán
a la araña avara
atrás las parcas batallas
cantan la mañana
bajan al mar
tragan la argamasa arcana
arrasan las malas llamas
las trampas
las ratas
la alrrastrada ala
matan la paz flaca
la ya cansada paz
la mansa
la callada
la apantanada paz
tan ancha
tan amarga

lunes, julio 09, 2007

...y entre la sístole y la diástole habia un viento terrible y tierno estrujándole el corazón



Hace ya más de un mes que regresé de Monterrey. Las carreteras me dan miedo por las noches; también el ruido de los grandes camiones, la cercanía tan furtiva, el encontronazo, el claxon y el cambio de luces. Me da miedo que los autos y los árboles y las líneas blancas y amarillas pasen de una manera tan veloz. Pero mientras regresaba, me daba miedo ver a Santiago tan imperturbable, tan tranquilo, como si todo ese tiempo que pasó en Monterrey hubiera sido un mal sueño que todos soñamos excepto él. Lo toqué en su espalda desnuda y pude sentir la cicatriz, nueva, casi fresca. La volví a tocar por encima, como si la acariciara, volví a sentir su piel partida, ajada, pero Santiago me ve, sospecha mis ganas de llorar y sonríe sólo para recordarme que él está bien, le sonrío pero no logro engañarlo, nota mis lágrimas y se enoja. Tiene un enojo perpetuo hacia la tristeza. Dentro de diez días regresamos a Monterrey, Me sigue dando miedo el camino. Cuando lleguemos allá no va a haber nadie que nos espere, nos iremos casi directamente al hospital, tal vez lo conecten a todos esos aparatos a los que estuvo conectado, pero tengo la esperanza y hasta la fe de que no será por mucho tiempo. No importa, igual que la vez anterior vamos a regresar, tal vez con unos kilos de menos o con la sensación de muerte en cualquier esquina o con el olor a sangre en cualquier semáforo o con el asco inigualable hacia las cucarachas o con un paquete inmenso de medicinas. No nos importa, vamos a regresar.