viernes, octubre 06, 2006

El sueño



¿Tienes miedo verdad?

Carlos no voltea a verla, mueve la cabeza y Laura entiende que es mejor guardar silencio.


Carlos no quería que ella viniera, pero cuando vio la manera en que ella se recargó sobre los barrotes de la ventana y sus lágrimas empezaron a golpear las maderas del piso, supo que no podía dejarla ahí. La primera vez que le platicó su sueño, Laura se puso feliz, estuvo cantando toda la noche y su cuerpo desnudo fue un aliento para Carlos. Pasaron los días y Laura seguía imaginando lo que dirían los periódicos, los amigos, la familia, aunque también sabía que la policía no iba a parar de preguntar, que la tendrían aislada o tal vez en una celda de la cárcel femenil, pero a ella no le importó, estuvo dispuesta a correr el riesgo, los sueños de Carlos eran primero.

Siguen caminando por el puente, Laura va atrás de él como si la fuera sosteniendo una sombra temblorosa. Date prisa, ya se acerca, dice Carlos y le ofrece la mano.

Pasaron la noche sin dormir, sin hablar. Aunque él no lo ha dicho, Laura sabe que al pasar de lo días el miedo echó raíces en el cuerpo de Carlos, lo veía nervioso, repasaba una y otra vez los planes, los tiempos que debería tardarse, los pasos que debería dar. Sólo en una ocasión Carlos se planteó la posibilidad de que alguien lo detuviera, de que alguien lo viera a los ojos y descubriera lo que pretendía hacer, lo que quería soñar.

A lo lejos se oye el murmullo del tren, la mañana está fría, húmeda. Carlos voltea a verla, la toma de la barbilla y le sonríe, se siente valiente, aunque no sabe si tendrá las fuerzas para hacerlo.

Por eso ahora que camina junto a él se siente más tranquila, les falta mucho camino por recorrer, a lo lejos se ve el puente, trata de mantener el ritmo de los pasos para que Carlos no se adelante, talvez ahora sienta temor, ¿y si tiene miedo?

Caminan por el lado de la vía, Laura lo toma de la mano, siguen sin decir nada, el ruido se acerca, de repente Carlos se para, sí Laura, tengo miedo, dice llorando, la abraza, le pide a gritos que lo ayude, él solo no podrá hacerlo. El ruido cada vez es más fuerte. Yo te ayudo amor, le contesta ella antes de besarle la mejilla. Carlos se limpia las lágrimas, se agacha y recoge un par de piedras, las aprieta fuerte y una por una las lanza lo más lejos posible. Yo te ayudo, dice Laura, Carlos ve al tren cada vez más cerca, siente una mano en la espalda y es empujado hasta encontrarse con él. Carlos ya no alcanza a ver el otro lado de las vías.

¿Tienes miedo, verdad? Pregunta Laura y él no contesta.

2 comentarios:

Sandra Becerril dijo...

Oye, no pasaré por aquí cada vez que pueda... pasaré lo más seguido posible... me encantó... podría releer 10 veces más... me dejas?

besos

César venegas dijo...

claro, sandra, ha sido un gusto que me hayas visitado, por aquí estaremos leyenéndonos