Ilustración: Francisco Martínes Medina ("Panchito")
El hombre, con su vientre desnudo,
ha salido a la noche en busca de grillos,
los busca debajo de las piedras,
las rasca, las abre como una fruta madura
pero no encuentra nada,
hay veces que cree sentir que suben por sus pies, epilogo
se busca y no encuentra nada.
Hace apenas unos días
caían de los árboles como si llovieran,
los sentía en su espalda,
en la boca,
en las palmas de las manos,
iban y venían sobre él
como ruidosos fantasmas,
y dejó que lo caminaran,
como si su cuerpo fuera la ruta
de una peregrinación atormentada.
Llegó el día y se encontró con el cuerpo desnudo,
con el dolor de agigantados pasos
brotando de la piel y los cabellos,
y comenzó a buscar
entre árboles y espinas,
pero no encontró rastro o cadáver que lo guiara,
fue cuando supuso que ellos, los grillos,
nacían en la sombra de la noche
y su ruido era el llanto de los que nacen
sin perdón y sin castigo.
Tal vez no hay grillos en ningún lugar,
piensa el hombre, y no se explica este mundo tan oscuro.